Opinión Divergencia
1 de mayo de 2022
La política de las emociones
Le Pen, Boric, Putin, Trump, Lopez Obrador, Petro, Fico y muchos otros nombres son los que constantemente llegan a nuestros oídos sobre el rumbo de la política; donde cada vez menos aparecen movimientos centrales, sin extremos y propuestas alejadas de los cuentos de J.R.R. Tolkien.
Al parecer, la pandemia y las distintas problemáticas de los últimos años (guerra en Ucrania, corrupción desbordada, etc.), han impulsado un voto emocional en todas las generaciones. En Francia, los jóvenes, desgastados por las ideas del progresismo, han tomado una decisión contradictoria de lo esperado para su edad: el apego mayoritario a la candidata de extrema derecha, Marine Le Pen, el Trumpismo de mediana edad que está lejos de morir (incluso próximo a impulsarse con una posible vuelta a Twitter) en los Estados Unidos de la polarización, con un senil Joe Biden ahorcado por los dos partidos. Mientras que en Colombia, el movimiento petrista ha tomado una fuerza de minorías y juventud que sugiere que ni la élite del país podrá parar con sus viejas artimañas.
La historia demuestra que, luego de grandes catástrofes, la humanidad va en busca de personajes espléndidos, que recojan el miedo y la ira de la desgracia e incertidumbre: desde Adolf Hitler, Vladimir Lenin, Laureano Gómez, Fidel Castro y, hasta los propios Álvaro Uribe y Hugo Chávez, han puesto su granito (manotada) de arena sobre las realidades que los autoritarismos ocasionan en la cenicienta democracia.
Si de arena hablamos, la que han tenido que presenciar los colombianos podría asemejarse a la del mismísimo Sahara; que al parecer, en vez de advertir ha sido causante de un pronunciamiento inusual de las masas en el sufragio; las pasadas elecciones legislativas dejan un sabor agridulce sobre la representación en Colombia. El Pacto Histórico, con sus 20 escaños en senado junto a una fuerza aliada del Partido Verde de aproximadamente 6 (no todo el Verde le sigue el juego a Petro), deja ver que la gente por fin despertó, aunque sonámbula, o eso parece; con un desdibujo de lo que es la igualdad y progreso (basta de ver las propuestas poco sensatas de sus representantes), junto a la ya clásica banda de populismo, clientelismo y voto negativo contra Petro (una desgracia a nuestra ciudadanía) de los ya clásicos partidos Conservador, Liberal y Centro Democrático.
El futuro del vivir sabroso, del identificarse con un chabacano que apuesta por su diminutivo apodo a falta de planeación y un profesor insulso que no aprovecha las fallas y mentiras de sus opositores, son el reflejo de la nueva era de la política emocional y tenaz. Si antes había un pasado donde la diferencia entre izquierda y derecha era difícil de ver en el arte de gobernar, este se acabó con los retos de la nueva década.
Autor: Juan Pablo Echeverry
Facultad de Economía