Facultad de Economía

Opinión Divergencia
23 de abril de 2021

Deforma

El Gobierno pretende recaudar $23,4 billones con el bolsillo de los menos favorecidos (ley de Solidaridad Sostenible —bonita forma de maquillar una tributaria, a decir verdad—) con tal de no perder la calificación de riesgo del país. Algo inaceptable. Cobrar y recaudar está bien, el problema radica cuando al que se le cobra es al pobre y no al rico, acción que precisamente busca esta reforma tributaria.

El propósito de la ley consiste en solventar el desajuste fiscal producido por la pandemia y los huecos fiscales del pasado, sin embargo, la realidad es que el Gobierno está velando por no perder la calificación de riesgo a como dé lugar; el hecho de perder la nota soberana de BBB- el país se convertiría en un agente al cual prestarle dinero sería demasiado riesgoso, incrementando así —a mediano plazo— el pago de la deuda nacional. El mensaje que se quiere dar, una vez radicada esta reforma tributaria, es que el país cuenta con unas finanzas públicas sólidas y un panorama favorable para el crecimiento económico, lo que no saben las calificadoras es que la manera en la que lo pretenden hacer no traería ni lo uno, ni lo otro. 

La reforma pretende percibir $23,4 billones, los cuales vendrían principalmente de impuestos a personas naturales y una ampliación del IVA. 

El aporte de las personas naturales radica, principalmente, en modificaciones importantes en los impuestos a la renta, patrimonio y pensiones; el impuesto a la renta contempla un nuevo margen en el cual personas que ganen más de $2,5 millones mensuales serán tenidas en cuenta en este tributo (antes calificaban los que ganaran más de $3,2 millones), aportando $17 billones más de lo que se recauda actualmente y reduciendo el tamaño de la clase media (efecto que contemplan pero no exponen abiertamente); el impuesto al patrimonio pasará de ser ocasional a permanente con una tarifa del 3%, lo cual considero necesario y justo, pues aquel que tiene y puede debe aportar; pensiones —un rubro que antes no se tocaba— pasarán a ser gravadas todas aquellas que cuenten con un valor superior a los 7 millones, algo que tiene sentido si se sigue el pensamiento de «el que tiene y puede, que aporte»

La ampliación del IVA ha sido contundente: elimina la tarifa del 5% y deja únicamente las tarifas del 0% y 19%. Generando así, un recaudo de $10,5 billones adicionales únicamente por IVA. Ahora bien, el problema radica en el efecto dominó que esto conlleva, por ejemplo, si se incrementan los costos de alimentación o mantenimiento de una cadena de producción de una granja avícola, lo evidente es que los precios finales de ese bien —huevos o gallinas para este caso— incrementen, haciendo que el precio de la canasta básica aumente y, posteriormente, su consumo disminuya. Y esto por poner el ejemplo de un sector, pero los afectados son muchos más. Ya se empieza a notar que ese crecimiento económico y fortalecimiento en las finanzas públicas es un escenario utópico por medio de esta reforma.

La realidad es que el país tiene que aprobar una reforma tributaria este año, la cuestión es cuál. Para ello existen soluciones más equitativas, una de ellas la plantea William Bruce Mac Master (presidente de la Andi) quien expone posponer los beneficios del ICA (Impuesto a Industria y Comercio) y reducir el margen en el impuesto de renta a las empresas. Siguiendo esta idea el Gobierno podría conseguir $13 billones, los cuales compensarían con las ampliaciones del IVA. Entonces ahí la pregunta sería, ¿los otros 10 billones de dónde los sacamos? la respuesta es muy sencilla, los sacamos de los que los tienen; el impuesto a la riqueza (sin incluir la vivienda) se cobra a las personas con un patrimonio líquido igual o superior a 5.000 millones de pesos y su tarifa es del 1 %. Este gravamen debería empezar a cobrarse desde valores más bajos, al menos para personas con patrimonios de 1.200 millones de pesos y con tasas progresivas del 0,5 %, 1,0 %, 1,5 % y 2 %. Esto no afectaría a más del 0,5 % de la población colombiana y podría aumentar el recaudo. Los recursos están, lo que no quieren es afectar a sus élites —es decir, a ellos mismos—.

En últimas, el Gobierno con esta reforma tributaria pretende subsanar sus desaciertos afectando el bolsillo de los menos favorecidos, protegiendo a sus élites  y presentando una imagen falsa al mundo diciendo que estamos bien cuando en realidad nos estamos matando por dentro.

 

Autor: Camilo Quintero

Facultad de Economía

Imagen tomada de: fotografía_iStock