Opinión Divergencia
21 de abril de 2020
¿De quién es la culpa?
La sociedad colombiana; al igual que muchas otras sociedades latinas, está marcada por una mezcla de calidez humana, de alegría tropical, de desigualdad social y de corrupción.
Un país donde se llama “hermano” o “vecino” a un extraño, donde aún existen “damas” y “caballeros” pero también un país donde es común votar basado en el padrinaje político del candidato sin importar sus propuestas, con una mentalidad que mide la inteligencia en términos de sagacidad y picardía e identifica la buena fe y la abnegación como señales de ingenuidad y corto entendimiento.
La cultura colombiana es una más con sus puntos altos y bajos en busca de mejorar, de encontrar mejores oportunidades laborales y alcanzar una vida más estable, sobrepasando las barreras de desigualdad, pobreza extrema, educación pública deficiente, entre otras, pero que sigue sin poder sobrepasar problemas estructurales como comunidad.
Es tan curioso ver la diferente forma de ver el mundo dependiendo del lugar en el que uno esté, por lo que es cierto el pensamiento de por qué los colombianos podemos procurar ser ciudadanos ejemplares cuando debemos ir a otro país, pero no logramos comportarnos de la misma manera en nuestras propias tierras. Lo que en países más desarrollados culturalmente es visto como acciones de subdesarrollo, acá todavía es visto por algunos como admirables actos de viveza.
En otros país fácilmente se encuentran ciudades donde el ingreso a las estaciones de transporte público no hay personal de vigilancia, torniquetes o barreras y aún así los usuarios pagan su pasaje, pero en ciudades como Bogotá es necesario poner las estaciones en medio de autopistas, con perros de seguridad, torniquetes, pestañas “anti-colados”, puertas con marco reforzado y elevadas respecto al resto de la avenida para AMINORAR el número de colados, puesto que ni de esta manera se logra eliminar completamente esta situación.
Si bien es cierto que en nuestro hermoso país contamos con un transporte público altamente costoso para el poder adquisitivo de los ciudadanos más pobres; lo cual motivaría el comportamiento de no pagar por dicho servicio, esta evasión también es realizada por personas que sí están en la capacidad de pagarlo. El porqué del actuar de dichas personas se encuentra más en el juicio que se ha ido desarrollando como la visión de la sociedad.
Comprueben ustedes mismos esta visión al no solo fijarse en la gente que se cuela para entrar a las estaciones, sino también el salir de ellas atravesando las avenidas entre los carros, teniendo a su alcance las verdaderas salidas peatonales donde no arriesgarían sus vidas. De la misma manera se podrían enumerar múltiples acciones como los sobornos para colarse en filas, evadir impuestos, no cuidar los bienes públicos, buscar beneficios a través de las famosas “palancas” y a pesar de todo lo anterior, quejarse de la corrupción cuando nosotros mismos la practicamos.
Estos problemas pueden ser evidenciados en todas las escalas posibles, desde la vida cotidiana de cualquier individuo hasta los objetivos macro que se trace el gobierno nacional. Es por lo anterior que existen múltiples caminos para buscar una solución a todas estas problemáticas. Es válido para alguien recibiendo hojas de vida el combatir la desigualdad de género a través de basarse únicamente en las habilidades que busca para el puesto.
Es igual de válido el respetar las normas para también exigir que otros deban cumplirlas y es igualmente importante el no dejarnos “meter los dedos en la boca” a la hora de ejercer nuestra voz en la política para comenzar a combatir la corrupción. Como se puede ver, no se puede identificar un único culpable de los problemas que sufrimos como sociedad, pero el hacer algo al respecto si está en manos de todos, no critiquemos a los demás anotando nuestros nombres en la lista de culpables.
Por: Johan Sebastián Morales Talero
15/01/2020
Imagen tomada de: http://blogs.eltiempo.com/frase-de-cajon/2013/05/08/la-hipocresia-de-colarse-en-transmilenio/