Opinión Divergencia
10 de abril de 2021
De la pandemia a la reforma tributaria
Al momento de plantearse la cuarentena general a principios de 2020, una de las principales preocupaciones de la población era cómo mantenerse durante ese periodo. Por lo que hubo una disminución en el consumo en los bienes y servicios debido a que la gente no podía salir de sus hogares, reduciendo los ingresos y ahorros de las familias, que dependen principalmente de las micro y mediana empresas, así como del desempleo informal.
Para el caso de la Reforma Tributaria mal llamada por el gobierno “Reforma Social, solidaria y sostenible”, se estima recaudar 26 billones de pesos de la siguiente manera: 10,5 billones de pesos con el IVA, 17,6 billones con el impuesto a la renta de personas naturales y 3 billones en impuestos a personas jurídicas —empresas—. A lo cual se le deben disminuir 5 billones por aporte del Gobierno Nacional al Sistema General de Participaciones, es decir, recursos aportados por la nación transferidos a las entidades territoriales como departamentos, distritos y municipios en servicios de salud, educación y saneamiento.
La principal razón por la cual el Gobierno Nacional decidió realizar una nueva reforma tributaria, la tercera del gobierno Duque, es porque ellos plantean la necesidad de cubrir los gastos generados por la pandemia en los diferentes programas de ayuda a la población, como ingreso solidario, subsidio a la nómina y fondos de deuda para financiar las empresas a través de créditos, Ocasionando el aumento del déficit fiscal hasta alcanzar el 8,6% del PIB. Como es una situación excepcional, el gobierno plantea una serie de medidas que no son comunes en reformas tributarias, donde anteriormente se beneficiaban a los grandes capitales, y que para esta reforma se plantea poner impuestos a grandes patrimonios y las pensiones de mayores cuantías. Sin embargo, sigue planteando un sistema de impuestos regresivos que afecta a la clase media, a partir de un aumento en la base gravable del IVA, y declaraciones de renta a personas que ganen a partir de $2 ‘500.000.
Este tipo de reformas tributarias, que golpea a la clase media colombiana y a los más vulnerables, es una forma de gobernar donde se le dice a la gente que la situación de la mayoría no es prioridad. Algo que no es sorpresa por las decisiones que se tomaron en la pandemia, y es una decisión grave sobre todo después de una crisis tan profunda como la que se está llevando a cabo, y de la cual las personas aún no han podido superar. Si el gobierno hubiera usado los recursos para sobrellevar la crisis de manera más eficiente, se podría justificar una reforma tributaria, pero como se demostró que ese no fue el caso, la reforma golpea la población que hasta ahora asimila la crisis. Un punto delicado es el de ampliar la base gravable del IVA en productos de la canasta familiar, empezando que no hay una absoluta claridad en los productos a gravar, se estaba pensando en gravar productos como el chocolate, café, azúcar y sal, artículos indispensables en una cocina colombiana. No obstante, el presidente planteó que no se le aumentaría el IVA en su programa, pero hasta no ver la propuesta en papel, no se descarta la idea. Además, se le aumentaría dicho impuesto a productos como la pasta, embutidos y algunos frutos secos, que también hacen parte importante del consumo de las personas. Por otro lado, se plantea la devolución del IVA, pero es un recurso que no tiene la suficiente cobertura y que no compensa el aumento de la base gravable.
Para algunos analistas se presenta este tipo de reformas a partir de dos teorías, la primera la teoría de Rebosamiento que dice que, si se hace más rico la persona de más altos ingresos, habrá más inversión, lo que genera más empleo y más consumo; la otra teoría plantea que los pobres no generan riqueza, y se debe afectar a la clase media. Dichas teorías no han sido comprobadas, por lo cual se deduce que el sistema de recaudo fiscal no es el óptimo y, claramente, debería cambiar.
Por último, la reforma para este año sigue afectando a la población como sucedió en las anteriores reformas; se establece impuesto a las pensiones y a grandes patrimonios, diferente de las financiaciones pasadas, siendo para algunos analistas como buenas medidas transitorias o permanentes, pero que al final no implementan un sistema impositivo que genere equidad, productividad y crecimiento. Se podrían plantear diversas opciones como la eliminación de exenciones a las empresas y otras personas jurídicas, aumentar los impuestos a las rentas improductivas y demás alternativas lo suficientemente acordes a las necesidades comunes de los ciudadanos, pero si nosotros elegimos a las personas que deciden estas propuestas y que se ven beneficiados, no esperemos un cambio notable, esperanzador o por lo menos duradero, si no se modifica los líderes que toman estas decisiones.
Autor: Gianmarco Jiménez
Facultad de Economía
Foto tomada de: Semana