Facultad de Economía

Opinión Divergencia
12 de marzo de 2021

All cops are NOT bastards

“Nadie es tan malo como para no nacer, ni tan bueno como para no morir; porque al final, todos somos humanos y por más diferencias que tengamos siempre compartiremos nuestra mortalidad”

 

Marzo 10 del 2021: en medio de una requisa el oficial de policía Edwin Caro es asesinado a manos de un criminal. Toda una institución lamenta una pérdida enorme por un héroe de la patria caído, pero a la vez, algunos se regocijan por su muerte o simplemente la empatía no les atraviesa más allá del uniforme que portaba.

En Colombia hechos como este suceden todos los días, pero con diferentes armas, uniformes, botas y, por supuesto, personas. Lo cual genera que en este país desde pequeños se aprenda a no tener empatía, porque la ejecución de un crimen, al cabo de muchas repeticiones, termina normalizándose. Sin embargo, el dolor aplazado que cargamos como sociedad, hace que nuestra capacidad de respetar al otro y de entenderlo se limite a solo aquellos que comparten nuestros ideales, como si los que pensaran diferente dejaran de ser humanos. Un reflejo de esto es la famosa sigla A.C.A.B, la cual pretende denunciar los comportamientos nefastos de la policía por los constantes abusos de poder, los cuales infortunadamente si existen y son invisibilizados en nuestro país. Así el gobierno lo niegue, se requieren reformas institucionales de peso respecto al seguimiento de los reglamentos y leyes por cumplir, como también un urgente mejoramiento de la formación policial entorno a los reglamentos y capacidades que poseen.

No obstante, el que haya individuos malos dentro de una institución no debe hacer que se pierda el valor de todos los seres humanos que laboran ahí. Porque si nos sentimos capaces de generalizar entonces ¿qué seriamos como colombianos?, ¿narcotraficantes?, ¿asesinos?, ¿violadores?, ¿corruptos? O quizá ¿un poco de todo? La verdad es que por más que nuestro descontento social nos llene de emoción debemos hacer que predomine la razón o por lo menos, los derechos inalienables de todo ser humano.

Pero bueno, en medio de todo esto ¿Qué tal si como sociedad empezamos por respetarnos reconociendo nuestra igualdad natural y legal, y nuestra diferencia ideológica y conductual?. ¿Qué tal si en vez de juzgar a un policía nos ponemos en su lugar, imaginándonos que se siente aguantar frío un 24 de diciembre para atender una comunidad alarmada por un enfrentamiento callejero? ¿Qué tal si imaginamos el miedo que puede sentir un oficial al responder un llamado de emergencia? ¿Qué tal si nos detenemos a sentir lo que sufre una comunidad que pierde un líder social o que lamenta la muerte de un niño o niña? ¿Qué tal si entre el llanto de nuestras perdidas empezamos a ver al otro reflejado en las lágrimas que también derrama por la violencia que nos azota como humanidad? ¿Qué tal si…?

Es normal tener más empatía con ciertas personas porque, en ultimas, vemos reflejado algo de nosotros o algo de lo que amamos en ellos, pero eso no nos puede llevar a dejar de reconocer la humanidad en los demás. No podemos construir una sociedad si no somos capaces de avanzar junto con ella, pues avanzar requiere una evolución de los conflictos para que ya no se lleven a cabo por medio de la violencia como seres prehistóricos, sino como humanos civilizados constituidos en un orden social de leyes y derechos. Y para que esto perdure el monopolio de la fuerza debe seguir estando en poder del Estado, para su protección y cuidado, y la violencia solo debe ser un medio con el cual podamos defender los intereses de toda una colectividad. Porque lastimosamente no podemos ser pacifistas con aquellos criminales que son externos a nuestra sociedad, como lo son todos los narcotraficantes y sicarios que destruyen nuestro país con el único y vacío fin de enriquecerse a sí mismos.

Y por último, una columna puede ser suficiente para expresar una idea, mas no para elaborar una solución. Por eso, son necesarias más mentes entorno a una transformación social, que considero debería empezar por: cambiar conductas internas, aclarar nuestros ideales y, por qué no, pedir perdón incluso cuando solo compartimos parte de la culpa, porque los que más ganan en una sociedad son aquellos que se atreven a perdonar primero.

Finalmente, quisiera dejar una breve reflexión; imagínate ser un policía que trabaja turnos de 12 horas y que tiene que levantarse todos los días a las cuatro de la mañana para coger transporte. Que llega a la estación y tiene que ir en contra de su seguridad a responder llamados de la comunidad por tomas armadas (porque no solo hay policía en Bogotá). Imagínate también que tuviste que ver a compañeros y amigos tuyos morir defendiendo “tu patria”, todo esto para que en una marcha en contra del gobierno de turno te insulten por horas y te tiren piedras. Cabe aclarar que esto pasa, así como el abuso de poder, pero permitámonos ser una sociedad que penaliza toda injusticia en vez de competir por ver quien es menos malo porque… “Nadie es tan malo como para no nacer, ni tan bueno como para no morir; porque al final, todos somos humanos y por más diferencias que tengamos siempre compartiremos nuestra mortalidad”

– En honor a todos los héroes anónimos y con nombre propio que murieron haciendo de Colombia un país mejor –

Y hasta aquí las noticias.

 

Autor: Juan David Grisales

Facultad de Finanzas, Gobierno y Relaciones Internacionales

Imagen tomada de: Las 2 Orillas