Opinión Divergencia
27 de agosto de 2021
Afganistán bajo el régimen Talibán: país no apto para mujeres
Ante la toma de Kabul, capital de Afganistán, por parte del grupo Talibán, el pasado 14 de agosto de 2021, el gobierno estadounidense comenzó la evacuación de su embajada y ejército en este país, un acto que en términos diplomáticos se sobreentiende como la retirada de su participación directa en esta guerra en la que llevaba invertidos 20 años y millones de dólares. El ejército afgano no pudo evitar la toma de la capital y con esta avanzada el grupo extremista logró instaurar su mandato sobre el país, por medio de la negociación con el gobierno, para una transición «pacífica» con la renuncia del presidente afgano, Ashraf Ghani. Políticamente esta situación traerá consecuencias de interés global por la ubicación de Afganistán, pero bajo esta coyuntura lo que más preocupa son las consecuencias sociales y en particular cómo se verá afectado el papel de la mujer en el país afgano.
La expectativa y preocupación de la comunidad internacional sobre el régimen Talibán en Afganistán, es debido a que los ayatolas (alta autoridad del Islam) niegan a las mujeres el derecho a estudiar, trabajar o la libertad individual, se les impone el burka sin excepción y deben acatar el matrimonio concretado incluso en contra su voluntad. Es entonces una total aberración en contra de los derechos humanos y del género femenino. Lo más reprochable de lo que se está viviendo, es que a lo largo de la historia movimientos y colectivos feministas, siempre han tenido que realizar esfuerzos para que sus derechos -como debe ser- valgan lo mismo que los de los hombres, mientras que luchan frente a la incesante y constante vulneración, discriminación, sexualización y cosificación hacia ellas. Pierden las mujeres afganas y las mujeres del mundo, junto al rezago de una sociedad y su economía. Desvincular a las mujeres de la fuerza laboral se traduce en un atraso social y productivo, que sin duda genera la disminución del potencial humano y el buen funcionamiento de la economía afgana.
Aunque progresivamente se ha logrado que entre hombres y mujeres exista igualdad de oportunidades, derechos y trato, aún hay violaciones a estos atributos legítimos, siendo justificados por factores como la educación, ideología, cultura, entre otras. Actualmente, estamos de cara a un atraso social de casi un siglo en término de derechos para la mujer con el nuevo régimen Talibán, pues a raíz de su creencia e interpretación literal del Corán. Bajo esta nueva estructura social las mujeres se reducen a ser prácticamente un objeto en su sociedad, un objeto de servicio y placer para el hombre, un objeto privado de derechos y libertad, un objeto sumiso y a la disposición de un dueño. Las mujeres afganas están viendo rápidamente que la lucha por defender sus derechos, libertades e intereses se esfuma por una guerra que ellas nunca libraron directamente, una que las involucra como parte de la sociedad afgana, pero en la que ellas nunca debieron ser partícipes. Una guerra que Estados Unidos abandonó injustificadamente, por su desinterés en la defensa a la libertad de un pueblo sin una capacidad real para la defensa autónoma.
Es difícil luchar contra una ideología y/o religión, más aún cuando de por medio está la imposición con la violencia. Es imposible negar las creencias del prójimo en un mundo tan diverso, pero que estas impliquen aberraciones e incluso devastaciones sociales no es nada razonable y por más tolerante y respetuoso que se sea con el pensamiento ajeno, nunca debe ser justo ni permitido, que por el fanatismo extremista de algunos se olviden los derechos humanos, mucho menos es aceptable que sean las mujeres quienes tengan que vivir esta opresión y violencia contra su ser y humanidad. Si se habla de cosas sagradas debería ser la vida, y la mujer en sí que es el pilar fundamental y esencia de esta. Asimismo, es necesario condenar los actos irracionales que estamos viendo hoy, se espera que la comunidad internacional logre intervenir adecuadamente, para que no tengamos que lamentar la desgracia y abusos contra las mujeres y niñas que están en Afganistán. Todo el apoyo y medios posibles en prioridad debe ser para ellas.
Autor: Juan Jiménez
Facultad de Economia