Opinión Divergencia
19 de febrero de 2021
El miedo a perderlo todo
Ha transcurrido ya más de un año desde el inicio de esta pandemia y la crisis económica, pero ahora se esta instaurando el estado de miedo perpetuo; uno donde, aunque existe la esperanza de salir pronto de la mayor encrucijada de la humanidad en años, también persiste en nuestra mente la zozobra de los efectos secundarios y un cambio climático cada vez más destructivo.
Al inicio de toda esta tormenta, muchos pensamos que posiblemente como humanidad podríamos unirnos y salir bien librados de todos los desastres que se atribuirán históricamente a el año 2020 y quizás a toda la década. Pero en los últimos meses hemos visto como ese mensaje de unidad que vino desde las mentes mas brillantes y de organizaciones como la ONU, se fue tornando día a día un sueño más lejano en el optimismo infantil que algunos tuvimos.
No quiero con esto, aunque sí lo parezca, decir que ya no existe esperanza y que la distopía que veíamos lejana en 2020 ya es un hecho. Hemos logrado como especie crear vacunas en un tiempo record de tan solo 10 a 12 meses, lo que sobrepasa los primeros estimados de 18 meses. Además, el mundo no ha visto el potencial del Covid-19 gracias a muchas medidas tomadas oportunamente por los gobiernos.
Aun así, los esfuerzos solo estuvieron mas o menos unificados al principio, cuando las potencias invirtieron ingentes cantidades de recursos para crear una vacuna que nos ayude a luchar contra el virus. Sin embargo, toda esa especie de cooperación no coordinada acabó cuando las farmacéuticas no lograron cumplir con la producción, los grandes gobiernos de los países desarrollados decidieron solo apoyarse a sí mismos y dejar al resto del mundo en la penumbra.
Para las ideologías nacionalistas y quizás algunas fascistas lo que esta ocurriendo en el mundo no es más que el cumplimiento de sus deseos, poner su país frente al resto de la humanidad. Un pensamiento que ya nos llevó a una guerra que todos quisiéramos olvidar, pero que vuelve a sonar no solo por el deber moral de recordar lo errores para no volverlos a cometer, sino porque muchas cosas de nuestro mundo ya son símiles de lo que fueron esos años 20s, 30s y 40s.
Vemos como la verdad, aunque siempre puesta en duda y muy deformada, hoy comienza a ser dirigida por pseudo-realidades de bolsillo, que los populistas-preludio de fascistas han aprovechado como catalizadoras para deformar más y más la visión de lo que pasa a nuestro alrededor. El mayor ejemplo fue Estados Unidos, donde una masa enardecida de conservadores, neonazis y “conspiranoicos” se tomaron el Capitolio a inicios de 2021, tratando de evitar la certificación de Joe Biden como presidente, en fin, un golpe de Estado, concebido en las mentiras de un populista.
Solo quisiera recordar con esto que Hitler intentó un golpe de Estado en 1923, lo cual no consiguió y fue encarcelado por un año. Ahora bien, la historia no se repite, pero si asume tonalidades similares, Donald Trump no logró detener la certificación y fue puesto en un proceso de destitución o impeachment, que lo pudo haber dejado inhabilitado para tomar posesión de cargos federales.
No obstante, como Hitler, Trump salió librado de tal altercado, por consideraciones de políticos republicanos que creyeron innecesario una consecuencia de tan alto costo, debido a que se podrían generar disturbios, que ahora su país no necesita. Pero al final, se puede ver en las letras pequeñas de este juicio político como las decisiones de muchos republicanos se alejan del pedido de paz, y más bien son una artimaña para conseguir agradar a los Trumpistas, porque ya sabemos las elecciones siempre están cerca y los políticos no se pueden dar el lujo de perder votos.
Cual quiera que sea el mensaje entonces de esta columna, varias cosas en si, primero debemos ser pragmáticos y realistas con lo que esta pasando, el optimismo infantil puede ser contraproducente. Segundo, si no evitamos que más personas como Donald Trump sigan teniendo tanto peso en la opinión publica, es probable que muchas naciones terminen en dictaduras fascistas, pretendiendo mucho mas que solo su país. Tercero, aunque solo mencioné al principio el cambio climático, el mundo entero se debe unir porque para combatir un peligro tan devastador todos debemos colaborar, algo que ya no es un pedido, es un deber como especie. Y cuarto, la crisis económica actual puede empeorar en los próximos meses, por la falta de unidad de las naciones para repartir las vacunas y promocionar la recuperación de los países pobres. ¿Cuánto menos nos costará guiarnos por este camino que simplemente ignorarlo?
Autor: Santiago López Rodríguez
Facultad de Economía
Imagen tomada de: Pixabay