Opinión Divergencia
13 de noviembre de 2020
A comer manzanas y galletas
Más de cuatro mil años de evolución, miles de millones de habitantes, viajes espaciales e invenciones, y la humanidad llegó al 2020. Un año que refleja como nuestra dieta se compone de manzanas y galletas, de estilos de vida acelerados alejados de la heterogeneidad por la que tanto luchamos en épocas pasadas. En dónde conceptos como la riqueza ya no son ajenos a casi ninguna sociedad, pues un Tesla es deseado en cualquier parte del mundo, al igual que comunicarte por una manzana con pantalla de retina. Avanzamos tanto que llegamos a un punto en dónde ya no te venden productos, sino que te venden a ti mismo. Nuestro insaciable apetito por consumir nos ha llevado a comer más y más galletas, pues no podemos evitar entrar a una página sin aceptar una y otra de esas “cookies”.
Pero solo estoy reflejando que el agua moja, pues el verdadero aporte de esta columna se basa en poner en letras lo que pienso; que todo se basa en una básica y complicada pregunta: ¿a qué venimos a este mundo? Una pregunta que otras generaciones hubieran respondido o tratado de responder durante su vida, en vez de aceptar que es lo que debemos ser, como pasa con la dieta de las manzanas y las galletas que predomina en gran parte de la población mundial actual.
Las manzanas
El hablar de comer manzanas es una sencilla comparación a la sociedad de consumo en la que estamos sumidos, en dónde según la revista dinero (2020) Apple ha logrado un valor en el mercado de 352.206 millones de dólares. Una fortuna que han conseguido no solo vendiendo productos de lujo, sino estilos de vida que suplen los vacíos de una sociedad que teme ser única. Incluso, en donde gran parte de los que siguen sus motivaciones personales quieren grítale al mundo que son diferentes, excéntricos y únicos, pero no por convicción sino por ser aceptados dentro del mismo modelo consumista contra el que luchan.
Las Galletas
“Debes saber que si un servicio es gratuito el producto eres tú” Michail Bletsas (2014)
A la sociedad del 2020 le dejaron de vender productos, y le empezaron a vender personas. No somos más que monos premiados con galletas. Galletas que irónicamente nos da a comer el internet para vender y vender. Nuestra información, privacidad y acciones están coactadas por lo que las empresas saben de nosotros. Estas Cookies hacen como si fuéramos a una cita y la persona con la que salimos supiera a que equipo le vamos, de dónde venimos, que hablamos con nuestros amigos, nuestra posición política, nuestros miedos y emociones sin siquiera decírselo – no suena muy justo, ¿no? – . Pongamos ahora a pensar el caso de WhatsApp. Una compañía que según el diario El país (2020) tiene más de ¡2.000 millones de usuarios! Que no pagan un solo centavo por el servicio. Algo que parece complejo de entender, pero que cobra más sentido al informarse sobre cómo facturan
A partir de este año probaremos herramientas que te permitirán usar Whatsapp para comunicarte con negocios y organizaciones. Esto significa comunicarte con tu banco sobre si una transacción reciente fue fraudulenta o con una aerolínea por un retraso de un vuelo. (BBC, 2016.)
Esta explicación podría parecer suficiente. Sin embargo, si se toma en cuenta que “Whatsapp acaba de anunciar que va a compartir los números de teléfono de sus usuarios con Facebook y que permitirá que algunas empresas les envíen mensajes” (BBC, 2016.) nos queda aún más claro de dónde vienen sus ingresos; nosotros, los usuarios.
En conclusión, la sociedad de consumo nos pone a comer galletas y manzanas para darnos la dieta de nuestra identidad, pues si no tienes una sigue los siguientes pasos sin siquiera preguntarte ¿a qué venimos a este mundo? Compra un carro Tesla, usa un IPhone, viste Adidas, calza Nike, visita Dubái, viaja en un avión privado, compra, gasta, reacciona, repite. Compra, gasta, reacciona, repite. Compra, gasta, reacciona, repite. Compra, gasta, reacciona y spoiler: Te moriste sin ser tú.
¿Hay solución? Claro que sí, responde a qué viniste a este mundo y qué te hace feliz fuera de la sociedad de consumo. Y si te sirve de algo, recuerda que el amor es el mayor acto de resistencia que hay contra quienes quieren venderlo todo, porque quien ama no necesita consumir lo que ya tienen en sí mismo; felicidad.
Autor: Juan David Grisales Salguedo
Facultad de Finanzas, Gobierno y Relaciones Internacionales
Imagen tomada de: elEconomista